¿Qué puedo hacer si he sido víctima de un delito?
La respuesta a la anterior pregunta puede parecer obvia: denunciar. Sin embargo, no son pocas las ocasiones en las que, bien por pereza, vergüenza o por pensar que va a ser una pérdida de tiempo, no lo hacemos. Evidentemente, esto suele ser así en aquellos casos más “leves”, en los que solemos pensar que no vale la pena el esfuerzo en comparación al perjuicio padecido. Sinceramente, creo que todas esas razones en el fondo se fundamentan en un desconocimiento de cómo funcionan el sistema de Justicia Penal español y los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado.
Interponer una denuncia no es un acto precisamente cómodo o disfrutable, quizás únicamente a excepción de ciertas personas enfermas de delirios querulantes (es decir, gente propensa a ver agravios en todas las facetas de su vida y que constantemente buscan excusas para denunciar, querellar o demandar por las razones más variopintas). Pero lo cierto es que, para la mayoría de los mortales, ir a interponer una denuncia por un hecho sufrido por nosotros o un tercero no es precisamente la idea de una tarde agradable.
No deja de sorprenderme como los poderes públicos no se vuelcan más por inculcar en la sociedad una cultura de la denuncia de aquello que creamos ilícito, más allá de contadas campañas de concienciación en materias muy concretas como la Violencia de Género, la seguridad vial, el acoso escolar o los delitos sexuales. ¡Ojo! he aquí una matización… es cierto que el ciudadano medio no sabe –ni se le puede exigir que sepa- qué conductas concretas son o no son delictivas de acuerdo a la legislación vigente, pero sí que estoy seguro que cualquiera podría identificar las más flagrantes y desechar las inocuas. Con ello quiero dejar claro que no defiendo una actitud inquisitorial o de correveidile tendente a la ya citada querulancia y a un “chivatismo” desproporcionado.
A continuación, contaré 3 supuestos reales vividos en mi despacho en los que una denuncia aparentemente inútil salvó a mis clientes de situaciones injustas o desagradables:
En conclusión, nunca dejes de ejercer tus derechos ante una situación injusta. Asesórate, infórmate y, sobre todo, denuncia.